«Siempre temí no tener nada de mí mismo para proyectar en un relato. Detesto observarme, describirme. No soy un virtuoso del diálogo, ni tampoco un intelectual. Tampoco me he limitado a ser sólo un director de cine. Soy un hombre. Vivo una vida corriente: he sido marido, he sido un padre lleno de orgullo y he sido abuelo. Pero no estoy contento de mí mismo. No tampoco estoy contento de mi época. Vivo solo en Roma, soy pobre, pero tengo lo necesario. No he ido nunca a la caza del dinero. He vivido coherentemente».
Paese Sera (12 junio 1977)
«—¿Qué encuentra esencial en el relato cinematográfico?
—A mi modo de ver, la espera: toda solución nace de la espera. Es la espera la que nos hace vivir, es la espera la que nos encadena a la realidad, es la espera la que —después de la preparación— nos ofrece la liberación. Tome por ejemplo el episodio de la pesca del atún de Stromboli. Es un episodio que nace de la espera. Se va creando, en el espectador, una cierta curiosidad por aquello que debe suceder: después tiene lugar la matanza del atún. La espera es la fuerza de cualquier suceso de nuestra vida, y también lo es del cine».
Bianco e Nero (febrero 1952)

«Hoy los hombres quieren ser libres de creer una verdad que les ha sido impuesta; ya no hay hombres que busquen su propia verdad y esto me parece extraordinariamente paradójico. Basta con decirle a un hombre, con el dedo tendido hasta su nariz: «esto es la verdad», para que se sienta perfectamente feliz, os crea, os siga y sea incapaz de hacer algo para creer en dicha verdad. Nunca hará el más mínimo esfuerzo para descubrirla. En el transcurso de la Historia siempre ha sido así: el mundo ha progresado mucho cuando ha disfrutado de la verdadera libertad. Esta libertad ha aparecido en la Historia en muy pocas ocasiones y, en cambio, siempre se ha hablado de ella».
Cahiers du cinéma (julio 1954)
«Si los hombres del cine tuviesen como principal objetivo situar a los espectadores ante los problemas importantes, el cine sería realmente útil; pero actualmente se le concede, como único objetivo, la simple función de entretener y el cine no sabe qué proponer. De hecho, a veces propone algo, pero lo que ofrece son siempre sucedáneos de humanidad, y los hombres se identifican con estos sucedáneos en lugar de identificarse con las realidades que acaban condicionadas por las abstracciones. Este hecho constituye un auténtico crimen contra la humanidad, algo que se perpetúa diariamente. Es preciso volver a la dialéctica capital: el trabajo como fin del tiempo libre y no el tiempo libre como fin del trabajo».
Cahiers du cinéma (julio 1962)
«Yo rechazo la educación. La educación lleva consigo la idea de conducir, dirigir y condicionar, y yo creo que debemos ir de una forma mucho más libre, a la búsqueda de la verdad. Lo importante es informar, lo importante es instruir, pero educar no es importante. Es verdad que debe darse una determinada educación, sí, pero libremente, cuando la información sea amplia y completa».
Cahiers du cinéma (julio 1962)
«Ningún film, ni ninguna obra literaria aborda los temas concretos que preocupan a la humanidad actual, ya que no se ha encontrado un sentido dramático nuevo. Por ello, considero necesario examinar, otra vez, cada cosa desde sus orígenes, actuar —en definitiva— como el maestro de escuela elemental que intenta explicar, del modo más sencillo y lineal, los grandes acontecimientos de la naturaleza y de la historia».
Filmcritica (marzo 1963)
«Nuestra meta como hombres es conseguir un mundo mejor. Para llegar hasta él, debemos procurar que los elementos que componen el mundo, es decir, nosotros mismos, sean mejores. Esto sólo se podrá conseguir si los hombres aprenden a pensar».
Utopia, autopsia (1974)
«Mientras, nos sentimos confusos, arrastrados por las ilusiones, alienados como nunca nos habíamos sentido. El mal que nos aflige es quizá el peor de cuantos conocimos hasta ahora: la semicultura con la cual todos los medios de comunicación nos bombardean ahora a todos nosotros. La semicultura es peor que la ignorancia porque nos engaña. Su engaño hace posible tenernos atados de pies y manos, subyugados por quimeras. La semicultura, en efecto, es la ilusión de saber».
Un espíritu libre no se puede aprender como esclavo (1979)
«Los medios de comunicación promueven la ignorancia a base de simplificaciones reductoras y esquemas prefijados. No cubren más que una ínfima parte del saber; se contentan con suministrar a la dialéctica mental todo lo que es necesario para el consumo cotidiano, ignorando el resto… Lejos de desarrollar el conocimiento, los medios de comunicación subyugan a su público a un estado de no relación con la realidad».
Fragments d’une autobiographie (1987)

Cit. Ángel Quintana, Roberto Rossellini, Madrid, Cátedra, 1995, pp. 23-35.