El alba meridional /// Pier Paolo Pasolini (1963)

«Caminaba por los alrededores del hotel —era de tarde—

y aparecieron cuatro o cinco muchachos,

con piel de tigre de los prados, sin

una peña, un hoyo, un poco de vegetación

donde refugiarse de eventuales disparos: pues

Israel estaba allí, en la misma piel de tigre,

sembrada de casas de cemento e inútiles

muros, como en cualquier periferia.

Me uní a ellos, en aquel punto absurdo,

lejos de la calle, del hotel,

del confín. Fue una de tantas amistades,

una de esas que durando una tarde

te torturan después durante el resto de tu vida. Ellos,

los desheredados y, más aún, hijos

(que de desheredados tienen el conocimiento

del mal —el hurto, la rapiña, la mentira—

y, de hijos, el ingenuo idealismo

de sentirse consagrados al mundo),

ellos, mostraron enseguida la vieja luz de amor

—como gratitud— en el fondo de sus ojos.

Y, hablando, hablando, hasta que

cayó la noche (y uno ya me abrazaba,

diciendo, ora que me odiaba, ora que no,

me amaba, me amaba) lo supe todo de ellos,

cada mínima cosa. Eran dioses

o hijos de dioses que misteriosamente disparaban

a causa de un odio que les había expulsado de los montes de Creta,

como esposos sedientos de sangre sobre los Kibutz invasores

en el otro lado de Jerusalén…

Estos zarrapatrosos que ahora duermen al aire libre

en el fondo de un prado de la periferia.

Con sus hermanos mayores, soldados

armados de un viejo fusil y dos mostachos

de mercenarios resignados a viejas muertes.

Estos son los Jordanos, terror de Israel,

estos que frente a mí lloran

el antiguo dolor de los prófugos. Uno de ellos,

destinado al odio, ya casi burgués (al moralismo

chantajista, al nacionalismo que blanquea con furor

neurótico), me canta el viejo estribillo

aprendido de su radio, de sus reyes.

Otro, harapiento, escucha y asiente,

mientras, como un cachorro, se aprieta contra mí,

sin mostrar otra cosa, en el prado de las afueras,

en el desierto jordano, en el mundo,

que un mísero sentimiento de amor.»

 

Pier-paolo-pasolini-Dino Pedriali 1975

Pier Paolo Pasolini (Dino Pedriali, 1975)

 

Pier Paolo Pasolini, La religión de mi tiempo, Madrid, Nórdica, 2015, pp. 218-221.

 

[Camminavo nei dintorni dell’albergo —era sera— / e quattro o cinque ragazzetti comparvero, / nella pelle di tigre dei prati, senza / una rupe, un buco, un po’ di vegetazione / dove riparasi da eventuali spari: ché / Israele era lì, sulla stessa pelle di tigre, / cosparsa di case di cemento e vani / muretti, come in ogni periferia. / Li raggiunsi, in quell’assurdo punto, / lontano dalla strada, dall’albergo, / dal confine. Fue un’ennesima amicizia, / una di quelle che durando una sera, / straziano poi tutta la vita. Essi, / i diseredati, e, per di più, figli / (che, dei diseredati hanno il sapere / del male —il furto, la rapina, la menzogna— / e, dei figli, l’ingenua idealità / del sentirsi consacrare al mondo), / essi, ebbero subito la vecchia luce d’amore / —come gratitudine— nel fondo degli occhi. / E, parlando, parlando, finché / scese la notte (e già uno mi abbracciava, / dicendo ora che mi odiava, ora che no, / mi amava, mi amava), seppi, di loro, ogni cosa, / ogni semplice cosa. Questi erano gli dei / o figli di dei, che misteriosamente sparavano, / per un odio che li avrebbe spinti giù dai monti di Creta, / come sposi assetati di sangue, sui Kibutz invasori / sull’altra metà di Gerusalemme… / Questi straccioni, che vanno a dormire, ora, / all’aperto, in fondo a un prato di periferia. / Coi loro fratelli maggiori, soldati / armati di un vecchio fucile e di due baffi / di mercenari rassegnati a vecchie morti. / Questi sono i Giordani terrore di Israele, / questi che davanti a me piangono / l’antico dolore dei profughi. Uno di essi, / deputato all’odio, già quasi borghese (al moralismo / ricattatore, al nazionalismo che sbianca di furore / neurotico) mi canta il vecchio ritornello / imparato dalla sua radio, dai suoi re— / un altro, nei suoi stracci, ascolta assentendo, / mentre, come un cucciolo, si stringe a me, / non provando altro, nel prato di confine, / nel deserto giordano, nel mondo, / che un misero sentimento di amore.]

Torres y rascacielos /// CaixaForum Madrid (2012)

Desde el 10 de octubre podemos visitar esta nueva muestra paralela que ofrece el CaixaForum en la que se aborda una de las grandes obsesiones del hombre a lo largo de la historia de la humanidad, auspiciada en cada época por diferentes intereses y también, dependiendo de las latitudes, motivada por diversas intenciones. De Babel a Dubai es el sugerente título escogido para este inédito recorrido, y somete a examen la antiquísima fijación del hombre por las alturas partiendo de la perspectiva bíblica para desembocar en su más pura función estético-tectónica. Entre un punto y otro del paradigma, la voluntad humana por construir en altura ha ido sufriendo un proceso de transformación cuyo análisis nos ofrece, en sentido último, el significado que tuvieron en su origen. De ese modo, podríamos resumirlo así: el mito bíblico da paso a la funcionalidad, y ésta al refinamiento estético en su búsqueda por el imposible.

El afán de construir cada vez más alto ha perdurado como un desafío insatisfecho. En el caso de las agujas de las catedrales góticas o los minaretes orientales suponía un reto contra la altura dedicado a las grandes divinidades, además de recordar con su belleza la adhesión a una fe común y compartida. En otras palabras, fue la expresión de la fuerza de una fe unánimemente compartida. En el Renacimiento paulatinamente se seculariza, lo que apuntala la rivalidad latente entre la esfera religiosa y el poder económico y mercantil del mundo laico. Se trataba por tanto de proyectar magnificencia y capacidad de seducción.

Por otra parte, desde el resurgimiento de esta corriente por construir en altura, encauzada y retomada en Estados Unidos con ejemplos emblemáticos, ingenieros, arquitectos y empresas de todo tipo compiten ahora –desde finales del siglo XIX– por la construcción de los rascacielos más altos, de tal modo que en la década de 1930 la escena norteamericana ofrece los modelos arquitectónicos más llamativos del mundo. Son estos modelos precisamente los que forjan una nueva mitología de carácter urbano. Asimismo, en las décadas que van de 1960 a 1980 se asiste, también en Estados Unidos, a una renovación de las formas y las estructuras de estos rascacielos. La Europa del siglo XIX, a pesar de sus elocuentes ensayos y realizaciones, adoptó el modelo muy tímidamente.

A partir de los años ochenta del siglo pasado, se produce una nueva ruptura y los rascacielos se popularizan a escala internacional. EEUU ya no es estrictamente el único referente y pierde a su vez la supremacía en la carrera por la altura. Un dato: en 2012, por ejemplo, dos terceras partes de los rascacielos más altos del planeta están situados en el Extremo y Medio Oriente. En lo que respecta a la vocación de esta nueva generación de edificios, concentra todos los usos: oficinas, residencias privadas, ocio y hostelería. El gigantismo y el lujo desplegados confieren a las torres de Asia, y en particular de los Emiratos Árabes, una sólida identidad. Más que un nombre que refleje un récord de altura, estos rascacielos encarnan hoy un destino privilegiado, un territorio fuera de la corriente, la representación cautiva de un lugar idílico, cercano a una Babel renacida y cuya construcción, hoy, no hubiera interrumpido ningún dios. como nos dicen sus comisarios, Robert Dulau y Pascal Mory, “son muchos los interrogantes que hay todavía en el aire y de los que, en la actualidad, no podemos prever ni las ramificaciones ni la solución última”.

Por lo demás, la exposición nos parece una oportunidad formidable para repasar una de las grandes obsesiones de la naturaleza humana haciendo un recorrido transversal a lo largo de la historia y la historia del arte, desde el mito a la funcionalidad, desde el paradigma a la evidencia, desde el enigma a la realidad. La muestra gusta de ser contemplada, amén de un seductor y complejo aparato de maquetación y una puesta en escena –por usar un lenguaje cinematográfico– del todo envidiable. También, para los que quieran mantener en la memoria de sus anaqueles tal acontecimiento, además de servir como elemento de reflexión, recomendamos encarecidamente el catálogo editado para la ocasión, todo un ejercicio de recreación editorial a precio estándar que mitigará con mucho la confusión que la legendaria Torre de Babel significó para el hombre y la historia de la cultura.

Torres y rascacielos. De Babel a Dubai

10 oct 2012 – 5 ene 2013, CaixaForum Madrid. Entrada gratuita

Artículo publicado en la revista Culturamas (05.XI.2012)